Kamchatka 13/11/09 | comments
Hola, soy Matías y tengo un problema con la fonética de las palabras.
Me gusta. Las mido por lindas o feas. Y a las lindas las repito en mi cabeza un par de veces. En mi cabeza y adelante de los que ya me conocen también, un poquito.
Y nada de mirarme raro, carajo. El título del post suena feo, o no? Decilo: kamchatka. Ugh.
Mirá, probá. Leé de corrido:
Me gusta. Las mido por lindas o feas. Y a las lindas las repito en mi cabeza un par de veces. En mi cabeza y adelante de los que ya me conocen también, un poquito.
Y nada de mirarme raro, carajo. El título del post suena feo, o no? Decilo: kamchatka. Ugh.
Mirá, probá. Leé de corrido:
Domingo Sábado Viernes Jueves Miércoles Martes Lunes
No suena... LINDO?!
Cerebro > Corazón 7/11/09 | comments
Mi intento estéril por ver al mundo como resultado de una serie de ecuaciones y funciones es cada vez más débil. Igual, eso no quita que no siga en la lucha y que todos los días no me quiera escribir una o dos formulitas para tratar de, por lo meeenos, predecir un par de movimientos. ¡Hola, matemática caótica! ¿Qué tal?
Y hablando de sentimientos, he encontrado una forma espectacular de burlar las mañitas que vienen del corazón. Por lo menos por ahora.
Primero hay que diferenciar lo que sale de la cabeza de lo que sale del pecho. Los estímulos son distintos. Sí, distintos. La diferencia principal es que a unos (los de arriba) se los puede escuchar, se los puede describir. Tener ideas o pensar en cosas se puede pasar a palabras sin mínimo problema. Se podría decir que uno las "escucha" de alguna forma cuando suceden. Piensen en la última vez que resolvieron un problema. Con números, por ejemplo. Prestando atención... "La raíz de X la paso para el otro lado como potencia, ahora a Y la vuelvo y la sumo con blablabla". Entendiste.
En cambio, lo que viene de adentro no tiene explicación. No hay forma de razonarlo. Es increíble cómo todos los impulsos de un mismo género se sienten igual, en mayor o menor escala, y significan cosas diferentes. Como cuando te duele el pecho de odio o tenés maripositas en la panza de amor. No pensás "Ah, es un imbécil por tatata" o "Ah, me fascina cuando blablabla". Sólo pasa. Y en un idioma mudo.
Ahora bien, sabiendo diferenciarlos, es más fácil saber cuándo y qué hacer con ellos. Lo que viene del cerebro hay que resolverlo con el cerebro. Ninguna novedad. Siempre funcionó, siempre funcionará. ¿Te quedaste encerrado en el baño? ¿Vas a ir al supermercado? Cerebrocerebrocerebro. Y nada más.
La gran innovación que les traigo viene para facilitar la solución de los "otros" estímulos. Consiste en, justamente, pasar estos problemas del sector conflictivo al sector que está bajo control. Digamos, en pocas palabras, hacerle resolver al cerebro lo que pasa en el corazón.
Sí, suena imposible. Probablemente lo sea, pero por lo menos como placebo funciona. Obviamente no es cuestión de ponerse de acuerdo con uno mismo y decir "Voy a razonar". Nunca funcionó, nunca funcionará. Las historias de ex parejas llamándose entre sí de la absoluta nada o amigos reventándose a trompadas son la prueba. El secreto es...
Escribir.
Y no cualquier pelotudez, como yo; sino hacer de medium entre los sentimientos y el papel o teclado. De alguna misteriosísima forma, los dolores de cabeza y las ganas de explotar se van traduciendo en palabras. Y... Hey, ¡a las palabras las sabemos leer! Cuesta aprender, eso sí.
Una vez que terminó el lloriqueo virtual, releés. Y ahora que lo ves en el papel... ¿no te hace acordar a cualquier otro problema en tu vida? ¿No está increíblemente más claro? Como darle consejos a alguien, sentirte aunque sea un poco más ajeno.
¿Sirve? ¿No sirve? Mejor que nada.
Todo esto no va (especialmente) dirigido a las personas que ya hacen algo con el papel. Escritores, pintores, literarios, pirómanos, quiénes sean. Aclaro.
Ojo, que dejarse llevar por las pasiones también puede ser increíble. No digo nada en contra de eso, sólo (me) recuerdo que existen otras opciones. A mí me ayuda a dormir tranquilo, personalmente. ¿Problemas? Pum, al papel. Cabeza desocupada. Dormir.
Y hablando de sentimientos, he encontrado una forma espectacular de burlar las mañitas que vienen del corazón. Por lo menos por ahora.
Primero hay que diferenciar lo que sale de la cabeza de lo que sale del pecho. Los estímulos son distintos. Sí, distintos. La diferencia principal es que a unos (los de arriba) se los puede escuchar, se los puede describir. Tener ideas o pensar en cosas se puede pasar a palabras sin mínimo problema. Se podría decir que uno las "escucha" de alguna forma cuando suceden. Piensen en la última vez que resolvieron un problema. Con números, por ejemplo. Prestando atención... "La raíz de X la paso para el otro lado como potencia, ahora a Y la vuelvo y la sumo con blablabla". Entendiste.
En cambio, lo que viene de adentro no tiene explicación. No hay forma de razonarlo. Es increíble cómo todos los impulsos de un mismo género se sienten igual, en mayor o menor escala, y significan cosas diferentes. Como cuando te duele el pecho de odio o tenés maripositas en la panza de amor. No pensás "Ah, es un imbécil por tatata" o "Ah, me fascina cuando blablabla". Sólo pasa. Y en un idioma mudo.
Ahora bien, sabiendo diferenciarlos, es más fácil saber cuándo y qué hacer con ellos. Lo que viene del cerebro hay que resolverlo con el cerebro. Ninguna novedad. Siempre funcionó, siempre funcionará. ¿Te quedaste encerrado en el baño? ¿Vas a ir al supermercado? Cerebrocerebrocerebro. Y nada más.
La gran innovación que les traigo viene para facilitar la solución de los "otros" estímulos. Consiste en, justamente, pasar estos problemas del sector conflictivo al sector que está bajo control. Digamos, en pocas palabras, hacerle resolver al cerebro lo que pasa en el corazón.
Sí, suena imposible. Probablemente lo sea, pero por lo menos como placebo funciona. Obviamente no es cuestión de ponerse de acuerdo con uno mismo y decir "Voy a razonar". Nunca funcionó, nunca funcionará. Las historias de ex parejas llamándose entre sí de la absoluta nada o amigos reventándose a trompadas son la prueba. El secreto es...
Escribir.
Y no cualquier pelotudez, como yo; sino hacer de medium entre los sentimientos y el papel o teclado. De alguna misteriosísima forma, los dolores de cabeza y las ganas de explotar se van traduciendo en palabras. Y... Hey, ¡a las palabras las sabemos leer! Cuesta aprender, eso sí.
Una vez que terminó el lloriqueo virtual, releés. Y ahora que lo ves en el papel... ¿no te hace acordar a cualquier otro problema en tu vida? ¿No está increíblemente más claro? Como darle consejos a alguien, sentirte aunque sea un poco más ajeno.
¿Sirve? ¿No sirve? Mejor que nada.
Todo esto no va (especialmente) dirigido a las personas que ya hacen algo con el papel. Escritores, pintores, literarios, pirómanos, quiénes sean. Aclaro.
Ojo, que dejarse llevar por las pasiones también puede ser increíble. No digo nada en contra de eso, sólo (me) recuerdo que existen otras opciones. A mí me ayuda a dormir tranquilo, personalmente. ¿Problemas? Pum, al papel. Cabeza desocupada. Dormir.
Pequeñez feliz #34 4/11/09 | comments
Las Polvoritas siguen saliendo 58 centavos. Por favor, por FAVOR, que no suba.
Hombre caballo 1/11/09 | comments
Ir al gimnasio generalmente es un embole (Yo voy acompañado, así que zafa). Las perfectitas, los perfectitos, los junkies. Me molestan todos. Igual, eso no es noticia.
Lo interesante es a quién conocí este año ahí. En realidad, es el cariño que le tomé. El tipo es un físico-culturista. El físico-culturista más grande y terrible del mundo, probablemente. Ahora bien, uno escucha eso y piensa "Es un pelotudo". Es cierto, pero tiene su historia. Su historia que, muy emotivamente, me contó.
El tipo pesaba 48kg. En la escuela lo fajaban sin parar. Dice que no había día en el que no volviese llorando a la casa, que todos lo días se quería morir. En realidad, no me lo contó por contármelo, medio que me pidió una mano. Y se la di. No fue tan complicado darse cuenta de que su gran trauma y talón de Aquiles era esa dificultad terrible que se le generó para relacionarse en grupos sociales. Una especie de "Si soy el más grande, no me van a pegar y me van a querer". Que nunca funcionó, obviamente, y siguió creciendo y creciendo ever after. Hoy en día me cuenta que no se puede ver en el espejo. Así fue cómo se empezó a dar con drogas para caballos de carreras y, en joda con mis amigos, le pusimos "Hombre Caballo". Ya las dejó, igual. Je.
Le recomendé actividades en grupo, que cambiara el laburo, muchas cosas. De ahí en adelante estuvo todo bien.
Y ahora, la tragedia. Éste tipo tenía una novia. Una novia más grande que él, con 4 hijos de otros hombres y un carácter agresivísimo, que también iba al gimnasio. Cuando los conocí, los conocí a los dos juntos. Nunca me imaginé que sumara o restara de alguna forma. Tarde, tardísimo me di cuenta de que la mina también era uno de los factores que hacían que la vida del tipo fuera horrible. El día en el que tenía planeado hablar con él al respecto, llego al gimnasio y el flaco no está. Y ella sí, muy sonriente. ¡Imposible!
La mina no solamente lo dejó, sino que lo ECHÓ del gimnasio.
¿Y ahora qué? No sé, estoy triste. Pobre Hernán. Se va a matar. Lo último que me dijo fue "Mi vida tiene que cambiar".
Lo interesante es a quién conocí este año ahí. En realidad, es el cariño que le tomé. El tipo es un físico-culturista. El físico-culturista más grande y terrible del mundo, probablemente. Ahora bien, uno escucha eso y piensa "Es un pelotudo". Es cierto, pero tiene su historia. Su historia que, muy emotivamente, me contó.
El tipo pesaba 48kg. En la escuela lo fajaban sin parar. Dice que no había día en el que no volviese llorando a la casa, que todos lo días se quería morir. En realidad, no me lo contó por contármelo, medio que me pidió una mano. Y se la di. No fue tan complicado darse cuenta de que su gran trauma y talón de Aquiles era esa dificultad terrible que se le generó para relacionarse en grupos sociales. Una especie de "Si soy el más grande, no me van a pegar y me van a querer". Que nunca funcionó, obviamente, y siguió creciendo y creciendo ever after. Hoy en día me cuenta que no se puede ver en el espejo. Así fue cómo se empezó a dar con drogas para caballos de carreras y, en joda con mis amigos, le pusimos "Hombre Caballo". Ya las dejó, igual. Je.
Le recomendé actividades en grupo, que cambiara el laburo, muchas cosas. De ahí en adelante estuvo todo bien.
Y ahora, la tragedia. Éste tipo tenía una novia. Una novia más grande que él, con 4 hijos de otros hombres y un carácter agresivísimo, que también iba al gimnasio. Cuando los conocí, los conocí a los dos juntos. Nunca me imaginé que sumara o restara de alguna forma. Tarde, tardísimo me di cuenta de que la mina también era uno de los factores que hacían que la vida del tipo fuera horrible. El día en el que tenía planeado hablar con él al respecto, llego al gimnasio y el flaco no está. Y ella sí, muy sonriente. ¡Imposible!
La mina no solamente lo dejó, sino que lo ECHÓ del gimnasio.
¿Y ahora qué? No sé, estoy triste. Pobre Hernán. Se va a matar. Lo último que me dijo fue "Mi vida tiene que cambiar".